Yo soy como el monarca de un país neblinoso,
rico, pero impotente, joven, pero achacoso,
que despreciando halagos de preceptores leales
se aburre con sus perros y demás animales.
Nada puede alegrarlo, ni venado ni halcón,
ni su pueblo muriendo al pie de su balcón.
La grotesca balada del bufón favorito,
no distrae ya la frente del enfermo precito
en tumba se convierte su lecho blasonado,
y las damas, que a todo príncipe hallan discreto,
logrará una sonrisa del joven esqueleto.
El sabio que fabrica su oro, no ha podido
extirpar de su ser el humor corrompido,
y los baños de sangre, caros a los romanos,
que a menudo practican los viejos soberanos,
reconfortar ese cadáver no han podido,
que tiene, en vez de sangre, verde agua del Olvido.
Las Flores del Mal -1857
Traducción de Nydia Lamarque
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