A la muy cara, a la muy bella,
la que colma de claridad,
al ángel, a la eterna estrella,
¡salud en inmortalidad!
Ella en mi vida se difunde
como aire impregnado de sal,
y en mi alma no saciada infunde
el deseo de lo inmortal.
Saco de perfumes que orea
un caro rincón de solaz;
incensario solo que humea
secreto, en la nocturna paz.
¿Cómo, oh amor incorruptible
manifestarte con verdad?
¡Grano de almizcle que invisible
yaces, allá en mi eternidad!
A la muy buena, a la muy bella
que hace mi dicha y mi salud,
al ídolo, a la eterna estrella,
en inmortalidad, ¡salud!
Las Flores del Mal -1857
Traducción de Nydia Lamarque
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