Por el viejo arrabal, donde cuelgan ruinosas
las persianas, abrigo de lujurias premiosas,
cuando el sol cruel hiere a golpes redoblados
la ciudad y los campos, los techos y los prados,
yo salgo a ejercitarme en mi bizarra esgrima,
husmeando en los rincones el azar de la rima,
tropiezo en las palabras como en el empedrado,
y doy contra algún verso largo tiempo soñado.
Este padre nutricio, que odia enfermizas cosas,
en los campos despierta los versos y las rosas;
hace que se evaporen en el cielo las penas,
y llena los cerebros de miel y las colmenas.
Rejuvenece a los portadores de muletas,
dulces y alegres tórnalos como niñas coquetas,
y a las mieses ordena madurar y crecer...
¡Al inmortal que siempre quiere reflorecer!
Cuando como un poeta desciende a las ciudades,
ennoblece hasta las más viles realidades,
y como rey, sin séquito ni músicas marciales,
entra así en los palacios como en los hospitales.
Las Flores del Mal -1857
Traducción de Nydia Lamarque
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