Bella soy, oh mortales, como una pétrea flor.
Y mi seno, que a todos por turno ha torturado,
fue hecho para inspirar al poeta un amor,
tal como la materia, inmortal y callado.
Reino en el azur como incomprendida esfinge;
al blancor de los cisnes uno un corazón frío;
detesto el movimiento que las líneas refringe,
y como jamás lloro, jamás tampoco río.
Los poetas, delante mis gestos imperiales,
que parecen copiados de piedras inmortales,
consumirán sus días del estudio en las huellas;
porque para tan dóciles amantes fascinar,
puros espejos tengo que hacen las cosas bellas:
¡Mis ojos, ambos ojos de eterno rutilar!
Las Flores del Mal -1857
Traducción de Nydia Lamarque
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