lunes, 26 de abril de 2010

La Náyade (Humberto Fierro) Ecuador

Me creía orgulloso
y un corazón muy seco,
viviendo de mis dominios
como un hidalgo tétrico.
Juzgaba que mi gusto
fragante a tornilleros,
era matar la corza
batida por los perros.
Y al deshojar un día
las rosas del deseo,
bañando las distancias
en las luces de oro viejo,
la sorprendí en un claro
que hacían los enebros
y entre las rubias frondas
los céfiros traviesos
mecían el columpio
de un Fragonard de ensueño...
Yo la llamaba Náyade
por sus marfiles griegos
y por su talle lánguido
como los juncos tiernos.
Me sonrió unas veces
con un silvestre miedo,
como la sensitiva
que va a plegar sus pétalos;
mas ¡ay! No era un espíritu
de encadenar con besos,
temía despertarme
pues sé que siempre sueño.
Y al fin, un dulce día
se hundió en el lago eterno,
dejando entre mis manos
los círculos concéntricos...
Y fuimos desgraciados,
y siempre lo seremos...

Las náyades, son aquellas ninfas acuosas, o de cuerpos hechos de agua dulce que al igual que las oceánidas representaban los ríos y vivían en éstos.
La alusión del autor a Fragonard, en uno de sus trabajos más célebres titulado "El columpio" del pintor francés en la que se muestra a una mujer rubia, montada en un columpio que es impulsado por un obispo.

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