Perú acababa de perder la Guerra del Pacífico, y cabe aclarar que las opiniones de González Prada aquí son en el contexto del resentimiento y la frustración de saberse derrotado, con la herida aún sangrante, y con el corazón consternado por los hermanos cautivos, encontramos aquí, en la elocuencia de sus palabras, los vicios y taras que debimos -y quizá debemos- tener en cuenta para salir del pozo en que nos encontrábamos.
Es precioso señalar que los párrafos aquí, son los que a mi parecer no pierden aún vigencia o acaso, los que más sentido común acusan.
El perjuicio causado por nuestro vencedor no está en los asesinatos, en las devastaciones ni en las rapiñas: está en lo que nos deja y nos enseña.
Chile se lleva el guano, salitre, y largos jirones de territorios; pero nos deja el amilanamiento, la pequeñez de espíritu, la conformidad con la derrota y el tedio de vivir honesta y honradamente. Se nota ánimos apatía que subleva, pereza que produce rabia, envilecimiento que mueve a naúseas.
De loco debe tacharse el pueblo que para robustecerse no abriga más esperanza que la debilitación de los pueblos limítrofes. ver encorvarse al vecino ¿Equivale a crecer nosotros? Ver sangrar a un enemigo ¿Da una gota de sangre a nuestras venas?
El hombre que nos deslumbra con su generosidad o se heroísmo, descubre las virtudes incubadas lentamente al calo de una buena educación.
Nada tan hermoso como derribar fronteras y destruir el sentimiento egoísta de las nacionalidades para hacer de la Tierra un sólo pueblo y de la humanidad una sola familia... Pero, mientras llega la hora de la paz universal, mientras vivimos en una comarca de corderos y lobos, hay que estar prevenidos para mostrarse corderos con el cordero y lobos con el lobo.
Tanto debe el hombre al país en que nace, como el árbol al terreno en que arraiga.
Nada tan cobarde como la generación que paga sus deudas endosándolas a las generaciones futuras.
La evolución salvadora se verificará por movimiento simultáneo del organismo social, no por simple iniciativa de los mandatarios. ¿Por qué aguardar todo de arriba? La desconfianza en nosotros mismos, el pernicioso sistema de centralizar todo en manos del Gobierno, la manía de someternos humildemente al impulso de la capital, influyeron desastrosamente en la fortuna del país. Especie de ciegos acostumbrados al lazarillo, quedamos inmóviles al sentirnos solos.
Digan lo que digan ilusos y sentimentales, quien vence, vence. El vencedor, aunque pulverice al vencido y cometa delitos de lesa humanidad, deslumbra y seduce al mundo. En la mascarada de la historia, todo crimen con la aureola del buen éxito se conquista el nombre de virtud.
Mientras se desgalgue la segunda invasión, atengámonos a ver todas nuestras cuestiones financieras o internacionales la solapada intervención de Chile, cuando no la ingerencia escandalosa y las órdenes conminatorias.
No estoy seguro del último párrafo, a ver la situación actual caigo en cuenta que Chile ya no busca una invasión belicista, los tiempos han cambiado, y los sentimientos de revancha por nuestra parte ya menguaron casi en su totalidad. Así la nación chilena ya no tiene la guardia en alto, y no prepara una segunda invasión, o quizá ya la logró acomodándola a los canones actuales. Después de todo, una nación no busca desaparecer a otra, pero si busca sacar provecho de quien siempre está descuidado.
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