viernes, 26 de marzo de 2010

Sobre la calidad de la prosa -Conferencia en el Ateneo de Lima (Manuel González Prada)

"En el orden físico, lo muy pequeño escapa de los cataclismos merced a su organización tenaz y relativamente perfecta, y en literatura, lo muy corto y muy bueno vive mucho, Donde perecen la historia y el poema, se salvan el cuento y la oda. Las producciones diminutas exigen un pensamiento original y un estilo en armonía con el asunto: la forma da el mérito: no olvidemos que solo por la forma, el carbón se llama unas veces carbón y otras veces diamante."
"La improvisación pertenece a tribuna y diario. A oradores y periodistas se le tolera el atropellamiento de ideas, la escabrosidad en estilo y hasta la indisciplina gramatical. Verdad que en lo improvisado se cristaliza muchas veces lo mejor y más original de nuestro ingenio, algo como la secreción espontánea de la goma en el árbol; pero, acostrumbrándonos al trabajo incorrecto y precipitado, nos volvemos incapaces de componer obras destinadas a vivir. Lo que poco cuesta, poco dura. Los libros que admiran y deleitan a la humanidad fueron pensados y escritos en largas horas de soledad y recogimiento, costaron a sus autores el hierro de la sangre y el fósforo del cerebro."
"No imaginéis, señores, que se desea preconizar la prosa anémica, desmayada y heteróclita, que toma lo ficticio por natural, el énfasis por magnificencia, la obesidad por robustez; la prosa de inversiones violentas, de exhumaciones arcaicas y de purismos seniles; la prosa de relativos entre relativos, de accidentes que modifican accidentes y de periodos inconmensurables y sin unidad: la prosa inventada por académicos españoles que tienden a resucitar la volapuk de la época terciaria; la prosa imitada por "correspondientes" americanos que en Venezuela y Colombia están modificando valerosa y progresiva lengua castellana."
"Quien escribe hoy y desea vivir mañana debe pertenecer al día, a la hora, al momento en que maneja la pluma. Si un autor sale de su tiempo, ha de ser para adivinar las cosas futuras, no para desenterrar ideas y palabras muertas."
"El escritor ha de hablar como todos hablamos, no como un Apolo que pronuncia oráculos anfibológicos ni como una esfinge que propone enigmas indescifrables."

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