viernes, 30 de septiembre de 2011

VEINTE POEMAS PARA SER LEÍDOS EN EL TRANVÍA - Oliverio Girondo

Pasando por ese epígrafe estomacal del poemario, la Carta Abierta a Evar Méndez a modo de prólogo, en la que Oliverio explica por qué los poemarios no debieran prologarse, y los veinte poemas en sí, este pequeño libro destinado a la distracción en un viaje largo, nos entrega una pequeña muestra de lo que sería más adelante todo el trabajo del autor. Sus "perros fracasados", sus gravitaciones, sus lágrimas vivas, todo el mundo poético de Oliverio Girondo se desarrolla a partir de esta obra. Y aunque naturalmente en este libro se presenta de manera tímida, ya se puede sentir ese lenguaje poético tan peculiar que luego desarrollaría con amplitud. Un trabajo en el que no estaría solo, que tendría como compañeros a Vallejo, y a tantos otros poetas de la mitad del siglo pasado.

Sobre la idea de publicar, sobre el destino de los poemas Girondo nos explica lo que muchos ya sabemos, que los escritores publican más de lo que deberían, y que hay una intención patética en la publicación de trabajos que probablemente no debieran ver la luz pública.

Lo he leído constantemente, casi hasta el hartazgo. De hecho, desde que comencé a plantearme el problema, miento, desde que comencé a escribir poemas, siempre me inquirí el hecho de querer publicar un libro; y más aún, qué probable destino deberían tener los trabajos personales.

Desde mis primeros poemas siempre he tenido la misma visión, algo que ciertamente me hace dudar, pues luego de tantos años, el hecho de conservar la misma idea me hace pensar que probablemente estoy equivocado. Para mí, un poema tiene un destino desde su primera palabra, el destinatario desde luego es la necesidad íntima, pero el destino debe ser: los demás. Es cierto que no se puede pensar en el destinatario como a un grupo en particular, es decir, un poema no debe ser ideado para que sea leído por ejemplo, por jóvenes, por eruditos, por sansimonianos, etcétera. Pensar en un grupo específico es un acto de demagogia, todos lo sabemos, pero aquí hay una contradicción: ¿Qué sucede entonces cuando un poema surge en la necesidad de expresar un sentimiento hacia una persona en particular? ¿no es éste un acto demagógico? ¿no es este poema un uso indebido del arte? Para mí no lo es, y no lo es porque el poema responde a la sincera necesidad personal, entonces ¿podríamos condenar al poeta que lanza su arte hacia digamos los deudos de la Camboya de Pol Pot? ¿son únicamente válidos los poemas abstractos, los que no tienen un destinatario en particular, o en su defecto, los que engloban a toda la humanidad? Yo tengo para mí que ni lo uno ni lo otro. En el arte, la demagogia no es más que no de los tantísimos elementos de la belleza. Es así o en todo caso tendríamos que iniciar una cruzada para la abolición de los géneros, que por cierto, esta última idea me gusta más. Habría que iniciar una campaña de anarquía artística. El arte, en cualquiera de sus manifestaciones, puede llevar válidamente un destinatario en particular, ya que, como dijo Borges: Lo que le sucede a un hombre, le sucede a todos.

Publicar, no implica necesariamente pensar en destinatarios, pero es ciertamente completar el círculo comunicativo. Quién publica solo espera que la obra salga del círculo interno y alcance su cualidad de expresión. Claro, lo incorrecto es pensar en el éxito. El éxito o el fracaso son los resultados de esta comunicación, mas no la finalidad de la comunicación. La expresión artística debe tener para mí dos requisitos: la necesidad interna de expresarse, y la belleza. La publicación es el fin de la expresión, porque cuando escribimos intentamos comunicarnos, y si en este intento de expresión pensamos en el destinatario está bien, lo que está mal es que pensemos en la fama durante el proceso de comunicación. Para mí, toda publicación es válida siempre y cuando nazca del sincero deseo de una urgencia interna. Un poema no existe hasta que es leído, es el lector el que le da sentido al poema, y el que finalmente puede encontrar o no la belleza.

Por eso me parece de cretinos decir: yo escribo para mí mismo; no, no escribes para ti mismo, escribes por una necesidad interna de expresarte, aunque ciertamente es una expresión distinta al lenguaje cotidiano, a la conversación. "El hombre se expresa para llegar a los demás, para salir del cautiverio de la soledad" dijo Vargas Llosa, y es cierto, pero en la expresión artística se debe apelar a la belleza para que alcance la categoría de arte. Y finalmente la belleza no está en razonamientos, no está en lexicografías, la belleza sucede, se siente o no se siente, y para que pueda sentirse es necesario que el interlocutor pueda entenderla.

En fin, me extendí, voy a subir los poemas que más me impresionaron de este poemario, porque una vez más, sentí la belleza y le di vida a estos poemas una vez que los leí, y espero que ustedes los resuciten, cada vez que los lean.

1 comentario:

  1. "Un poema no existe hasta que es leído, es el lector el que le da sentido al poema, y el que finalmente puede encontrar o no la belleza". Buena reflexión. Al escribir, incluso si me avergüenza la idea de ser leído, siento que aún así debería soltarlo a la intemperie. La comunicación sucede cuando un emisor entrega el mensaje codificado a un receptor, independientemente de si éste sea capaz de descifrarlo o no, o de que sea un ser consciente o inanimado. Ahí dejo ociosamente una paráfrasis bien torpe de algo que leí de semiótica.

    ResponderEliminar