Se trata del mejor libro que he leído en todo el año, y si ciertamente puede parecer una interpretación antojadiza de una realidad secular, el enorme esfuerzo que debe haber significado el sintetizar y enfocar la historia de los pueblos de América Latina desde una perspectiva en particular, es digna de elogios. No imagino lo difícil de tamaña gesta, narrada con mucha fuerza y no con menos prolijidad ensayística; una lectura que no solo atrapa, sino que también compromete.
Y es tan acucioso como certero, un análisis global que intenta no dejar cabos sueltos y que tiene insertado además de datos documentados, breves experiencias personales; aquí se unen sociólogos y sociedad, economistas y consumidores, periodistas y entrevistados.
Claro, no todo libro es una verdad irrefutable, aún me queda pendiente leer "Manual del idiota latinoamericano", pero es fácil entender por qué lado puede diluirse la teoría de este libro: nosotros somos tan culpables de nuestros errores como aquellos que nos indujeron al error. Si de alguna manera las economías solidas del mundo supieron aprovechar nuestra desorganización fue precisamente porque estamos desorganizados.
Lo cual no quita los importantes aportes que Las Venas nos brinda, que se presenta como historia viva, fluida, mordaz e inquietante; por momentos científica y por momentos novelada.
Como siempre, me gusta aportar lo que para mí es novedad, por ejemplo, cuando Las Venas Abiertas vio la luz pública poco se sabía sobre los otros descubrimientos de América, lo que para el público en general debe haber significado una sorpresa, sobre todo cuando Galeano nos cuenta:
"América no sólo carecía de nombre. Los noruegos no sabían que la habían descubierto hacía largo tiempo, y el propio Colón murió, después de sus viajes, todavía convencido de que había llegado al Asia por la espalda"
Los conquistadores de América fueron: "En dirección a México, las diez naves de Hernán Cortés, y en 1523 Pedro de Alvarado se lanzó a la conquista de Centroamérica, Francisco Pizarro entró triunfante en el Cuzco, en 1533, apoderándose del corazón del imperio de los incas; en 1540, Pedro de Valdivia atravesaba el desierto de Atacama y fundaba Santiago de Chile."
Sobre los monocultivos Galeano nos brinda este interesante dato: "En Colombia, el café disfruta de la hegemonía. Según un informe publicado para la revista Time en 1962, los trabajadores sólo reciben un cinco por ciento, a través de salarios, del precio total que el café obtiene en su viaje desde la mata a los labios del consumidor norteamericano" "Colombia depende del café y su cotización exterior hasta tal punto que, en Antioquia, la curva de matrimonio responde ágilmente a la curva de los precios del café. Es típico de una estructura dependiente: hasta el momento propicio para una declaración de amor en una loma antioqueña se decide en la bolsa de Nueva York."
Sobre los dictadores caribeños nos dice: "Se abría la época de la política de la Buena Vecindad en Washington, pero era preciso contener a sangre y fuego la agitación social que, por todas partes, hervía. Alrededor de veinte años -unos más, otros menos- permanecieron en el poder Jorge Ubigo en Guatemala, Maximiliano Hernández Martínez en El Salvador, Tiburcio Carías en Honduras y Anastasio Somoza en Nicaragua."
Sobre cómo y por qué surge la dictadura de Velasco en el país, Galeano nos recuerda: "En el Perú misteriosamente el presidente Belaúnde Terry había firmado a los pies de una filial de la Standard Oil (International Petroleum Company), y el general Velasco Alvarado derrocó al presidente, tomó las riendas del país y nacionalizó los pozos y la refinería de la empresa." Y más adelante añade: "Juan Velasco Alvarado, había estatizado los yacimientos y la refinería de la Standard Oil de Nueva Jersey, en Perú. Velasco había tomado el poder a la cabeza de una junta militar, y en la cresta de la ola de un gran escándalo político: el gobierno de Fernando Belaúnde Terry había perdido la página final del convenio de Talara, suscrito entre el Estado y la IPC (International Petroleum Company). Esa página contenía la garantía del precio mínimo que la empresa norteamericana debía pagar por el petróleo crudo nacional en su refinería." También menciona línea antes sobre las distintas reformas agrarias, proceso traumáticos y apresurados en sangre que habían sucedido en casi toda América Latina, y que en el Perú la protagonizó el dictador Velasco.
Hay un apartado interesante sobre la Guerra del Pacífico, en la que según la visión de Galeano, y en esto coinciden algunos historiadores ingleses que he leído, sobre esta guerra se cernió desde un principio una sombra inglesa: "Al abrirse la década del 90, Chile destinaba a Inglaterra las tres cuartas partes de sus exportaciones, y de Inglaterra recibía casi la mitad de sus importaciones; su dependencia comercial era todavía mayor que la que por entonces padecía la India (su colonia). La guerra había otorgado a Chile el monopolio mundial de los nitratos naturales, pero el rey del salitre era John Tomas North (gracias a los créditos que había obtenido durante la guerra, principalmente del Banco de Valparaíso)."
Encontré una reseña también sobre el primer dictador de América Latina, Gaspar Rodríguez de Francia, quien había participado en la independencia de Paraguay, y quien luego se convertiría en su dictador. Claro, aunque la visión sobre Rodríguez de Francia es un poco romántica, al parecer a Galeano no le importa si un gobernante es dictador o no, lo importante es que el resultado sea satisfactorio para el pueblo. Me hace recordar un poco a lo que pensaba Borges sobre la política en Sudamérica, y es que escuché al escritor argentino decir que deberíamos suprimir la democracia durante al menos unos doscientos años; declaraciones que además de alabar a Pinochet, le valieron el hecho de no recibir el Premio Nobel. Esta visión se parece mucho a la visión de la derecha, puesto que la derecha siempre escamotea las dictaduras que avala aduciendo que las inversiones extranjeras son un beneficio para los países. En fin, sobre Rodríguez de Francia nos dice: "Paraguay se erguía como una nación que el capital extranjero no había deformado. El largo gobierno de mano de hierro del dictador Gaspar Rodríguez de Francia (1814-1940) había incubado, en la matriz del aislamiento, un desarrollo económico autónomo y sostenido. El Estado, omnipotente, paternalista, ocupaba el lugar de una burguesía nacional que no existía, en la tarea de organizar la nación y orientar sus recursos y su destino. Francia se había apoyado en las masas campesinas para aplastar la oligarquía paraguaya y había conquistado la paz interior tendiendo un estricto cordón sanitario frente a los restantes países del antiguo virreinato del rio de la Plata... No había grandes fortunas privadas cuando Francia murió, y Paraguay era el único país de América Latina que no tenía mendigos, hambrientos ni ladrones; los viajeros de la época encontraban allí un oasis de tranquilidad en medio de las demás comarcas convulsionadas por guerras continuas. El norteamericano Hopkins informaba en 1845 a su gobierno que en Paraguay no hay niño que no sepa leer ni escribir."
Cierto es que los mismos paraguayos encuentran en la figura de Rodríguez de Francia la figura del fundador de la nación Paraguaya, y que a pesar de tener el poder absoluto sobre el país, conservan de él el recuerdo de un hombre que hizo grandes obras organizativas y administrativas para el pueblo, algo parecido con la visión que se tiene de Diego Portales Palazuelos en Chile, quien es considerado el Gran Organizador de la República, y también quien alguna vez dijo: "La Democracia, que tanto pregonan los ilusos, es un absurdo en los países como los americanos, llenos de vicios y donde los ciudadanos carecen de toda virtud, como es necesario para establecer una verdadera República"; pero que también ejerció una dictadura en su País. A este punto nos debemos preguntar si a pesar de lo bueno, podemos considerar a un dictador como una solución a los problemas de cada nación. Yo tengo una opinión al respecto, pero no creo que resulte interesante.
Lo curioso del caso paraguayo, en la visión de Galeano, es la referencia que hace a otro dictador, Alfredo Stroessner en la que sostiene: "El dictador Alfredo Stroessner, que ha convertido al Paraguay en un gran campo de concentración desde hace quince años, hizo su especialización militar en el Brasil, y los generales brasileños lo devolvieron a su país con altas calificaciones y encendidos elogios... Durante su reinado, Stroessner desplazó a los intereses angloargentinos dominantes en Paraguay durante las últimas décadas, en beneficio de Brasil y sus dueños norteamericanos..." Galeano afirma más adelante que durante el Gobierno de Alfredo Stroessner: "Uno descubre los últimos modelos de los más lujosos automóviles fabricados en Estados Unidos o Europa, traídos al país por contrabando... al mismo tiempo que se ven, por las calles, carros tirados por bueyes que acarrean lentamente los frutos del mercado: la tierra se trabaja con arados de madera y los taxímetros son Impalas 70... los generales se llenan los bolsillos y no conspiran. La industria, por supuesto, agoniza antes de crecer. El estado ni siquiera cumple con el decreto que manda preferir los productos de las fábricas nacionales en las adquisiciones públicas. Los únicos triunfos que el gobierno exhibe, orgulloso, en la materia, son las plantas de Coca Cola, Crush y Pepsi Cola, instaladas desde fines de 1966 como contribución norteamericana al progreso del pueblo paraguayo."
Curiosa visión de Galeano sobre dos dictaduras, por un lado una que organiza, educa y protege a un país; y otra que vende, empobrece y desprotege a una nación.
Una de las tantas excelentes frases que Galeano es ésta: "El capitalista muestra mayor tendencia a mirar con buenos ojos la reforma agraria y la elevación de la capacidad de consumo de las clases populares a través de la lucha sindical" Parece una verdad inquietante, tan evidente como racional, pero es peligroso para el mercado que mucha gente tenga mucho dinero, porque entonces surge la inflación y los especuladores. Es una de esas anomalías del libre mercado, en donde las restricciones surgen cuando hay mucho dinero en manos de muchos consumidores; para el libre mercado es mejor que pocos tengan mucho ¿Soné un poco socialista?
Precisamente, en Las Venas (como el mismo autor se refiere después a su libro) hay muchos ejemplos de cómo los gobiernos en Sudamérica han puesto en practica el libre mercado de modo tal que siempre se beneficiaron los capitales extranjeros, de manera libertina y a veces perniciosa; uno de los tantos ejemplos es el caso de la dictadura militar en Brasil encarnada por el mariscal Castelo Branco: "Bajo el gobierno del mariscal Castelo Branco (1964-1967) se había firmado un acuerdo de garantía de inversiones que brindaba virtual extraterritorialidad a las empresas extranjeras, se habían reducido sus impuestos a la renta y se les había otorgado facilidades extraordinarias para disfrutar del crédito... La dictadura tentaba a los capitalistas extranjeros ofreciéndoles el país como los proxenetas ofrecen a una mujer, y ponía el acento donde debía: "El trato a los extranjeros en Brasil es de los más liberales en el mundo... no hay restricciones de nacionalidad de los accionistas... no existe límite al porcentaje del capital registrado que puede ser remitido como beneficio... no hay limitaciones a la repatriación de capital, y la reinversión de ganancias está considerada un incremento del capital original.""
Pequeña muestra del desparpajo con el que gobernaron las dictaduras de derecha que más que implantar un sistema de libre mercado parecía que ponían en práctica un mercantilismo decimonónico.
Sobre las actuaciones de las entidades financieras internacionales, y para no abandonar territorio carioca, Galeano nos cuenta un poco sobre la visión del Ministro Roberto Campos, del gobierno de Castelo Branco: "De acuerdo con los términos (declaraciones del ministro Roberto Campos ante la Comisión Parlamentaria de Investigaciones sobre las transacciones efectuadas entre empresas nacionales y extranjeras) de este breve pero jugoso manifiesto capitalista, la ley de la selva es el código que naturalmente rige la vida humana y la injusticia no existe, puesto que lo que conocemos por injusticia no es más que la expresión de la cruel armonía del universo: los países pobres son pobres porque... son pobres; el destino está escrito en los astros y sólo nacemos para cumplirlo: unos, condenados a obedecer; otros, señalados para mandar... El autor fue el artífice de la política del Fondo Monetario Internacional en Brasil." Galeano coincide con la estética de una reproducción en cera, de la visión de muchos economistas contrarios a las recetas que implanta en Fondo Monetario Internacional en los países que son miembros y que solicitan créditos.
Hay una pregunta que siempre me hice en materia bancaria, y que Galeano la materializa con soberbia maestría: "Echemos al vuelo la imaginación: ¿podría un banco latinoamericano instalarse en Nueva York para captar el ahorro nacional de los Estados Unidos? La burbuja estalla en el aire: esta insólita aventura está expresamente prohibida. Ningún banco extranjero puede operar en Estados Unidos, como receptor de depósitos de los ciudadanos norteamericanos. En cambio, los bancos de los Estados Unidos disponen a su antojo, a través de numerosas filiales, del ahorro nacional latinoamericano. América Latina vela por la norteamericanización de las finanzas tan ardientemente como los Estados Unidos:"
Un hecho anecdótico sobre la OEA: "En 1962, el delegado de Haití a la Conferencia de Punta del Este cambió su voto por un aeropuerto nuevo, y así los Estados Unidos obtuvieron la mayoría necesaria para expulsar a Cuba de la Organización de Estados Americanos" Curioso, el país más pobre del continente. Vaya con Papa Doc.
Sobre los sectores pobres: "Un organismo de las Naciones Unidas estima que por lo menos una cuarta parte de la población de las ciudades latinoamericanas habita en "asentamientos que escapan a las normas modernas de construcción urbana", extenso eufemismo de los técnicos para designar los tugurios conocidos como FAVELAS en Río de Janeiro, CALLAMPAS en Santiago de Chile, JACALES en México, BARRIOS en Caracas y BARRIADAS en Lima, VILLAS MISERIA en Buenos Aires y CANTEGRILES en Montevideo. En las viviendas de lata, barro y madera que brotan antes de cada amanecer en los cinturones de las ciudades se acumula la población marginal arrojada a las ciudades por la miseria y la esperanza."
Un dato que espanta: "El régimen del general Pinochet recibió durante 1976, 290 millones de dólares de ayuda directa de los Estados Unidos sin autorización parlamentaria. Al cumplir su primer año de vida, la dictadura argentina del general Videla había recibido 500 millones de dólares de bancos privados norteamericanos y 415 millones de dos instituciones (Banco Mundial y BID) donde Estados Unidos tienen influencia decisiva."
En fin, la avalancha de datos que Las Venas nos ofrece son a veces escalofriantes, enternecedores, y otras sencillamente irrefutables, en una obra que tiene el tamaño de una gesta, y la fuerza de un diario personal; un libro que invita al compromiso y al escrutinio; que tiene en sus márgenes la historia de todo un continente golpeado por la pobreza y la convulsión.
Lectura imprescindible para los habitantes de -como dirían Los Prisioneros de Chile- "Un pueblo al sur de Estados Unidos"; y también para aquellos que quieren adentrarse en una de las tantas interpretaciones quirúrgicas de América Latina.
Quiero terminar con la siguiente cita de Galeano: "Uno escribe para tratar de responder a las preguntas que zumban en la cabeza, como moscas tenaces que perturban el sueño, y lo que uno escribe puede cobrar sentido colectivo cuando de alguna manera coincide con la necesidad social de respuesta"